La segunda secuela de Prom Night se hizo a modo de REMAKE de todo lo planteado en la primera secuela: una reina de graduación que fue asesinado por su novio cabrón vuelve del mas alla sembrando el terror en una universidad.
La fantasma, una excitante Courtney Taylor, además de estar buena y pasearse en ropa interior por el film pues le gusta follar, hace gala de un gran humor negro y de paso va liquidando a todo el mundo. Es como una versión femenina, salvando las distancias, de Freddy Krueger.
La película se desplaza por varios frentes: la chavala que intenta salvar al chaval de la zorra del mas alla, el chaval poseido por Mary Lou y que ayuda a la asesina fantasmal en sus propósitos, el rollo universitario, etc... Pero además todo ello va trufado de más fantásmas, zombies, electrocuciones, rayos desintegradores, lanzallamas y hasta viajes espacio/temporales. Semejante revoltijo de cosas está iluminado de colores neónicos tan llamativos en los 80, en plan Miami Vice.
La película no es gran cosa. Es bastante mala, por no decir insostenible, pero es tan cutre, descarada y encima cree tanto en su cocktail de influencias y referencias que se deja ver con una sonrisa de ingenuidad. Es una de esas mierdas que solo/a, a la una de la mañana, asqueado y aburrido sin nada de hacer, con media pizza guarra fría y con un pack de cervezas peleonas te tragarías medio aletargado tumbado en el sofá sin nada mejor que hacer en tu existencia.
Una verdadera ensaladilla rusa de influencias, colores y puntos referenciales ya infinitamente quemados del género. UN BODRIO bobalicón en clave universitaria. Una de sus muertes es de lo mas original e imposible: una secadora de peluquería, de esas que te meten la cabeza dentro y te quedas sentado bajo ella una hora, se carga a una mujer. Ver para creer.
