Se trata de una comedia, en la cual un condón asesino y luego muchos condones asesinos(en realidad seres vivos con forma de condón) creados por un científico loco, se dedican a amputar pollas que se comen y en la mayoría de los casos matando a sus victimas. El protagonista, un inspector de policía maricón se salvo: solo le comieron un huevo. Este film delirante pero flojo, flojo, flojo se trata de la adaptación de un cómic gay de Ralf Konig, que leí pero que poca gracia me hizo. El único interés es ver dichos monstruos, creados por H.R. Giger, pero poco mas. Los bichos son asquerosos, los chistes dan pena y la dirección tiembla. Como adaptación es pasable teniendo en cuenta la propuesta del original cómic, pero es que lo sorprendente del tema es que localizándose el film en casas de putas, burdeles y travestis, no se vea ni una miserable teta. Extraño teniendo en cuenta la gran vertiente sexual tanto del cómic como del film. Un bodrio solo para estudiosos del cine alemán. Como film fantástico es tan indigerible como un helado de estofado de cerdo con judías. Eso si, los pequeños monstruos están bien hechos.
